Groenlandia, un viaje al fin del mundo
A petición de amigos, conocidos y seguidores de mi humilde blog, que quieren conocer las rutas extremas que realizamos, hoy os muestro el viaje más espectacular de mi vida que sin duda me marcó para siempre. De dicho viaje pronto nacerá mi segunda novela. Espero sea de vuestro agrado. ¡Bienvenidos al fin del mundo!
El objetivo de mi primer viaje a Groenlandia es abrir una ruta exclusiva de navegación en kayak, no realizada por nadie hasta la fecha, para nuestros clientes que buscan viajes muy exclusivos y donde puedan sentir el valor de la naturaleza salvaje en estado puro.
Para vivir esta aventura extrema de 16 días en la isla más grande del mundo la elección de los compañeros de viaje es fundamental. Mis compañeros montañeros, deportistas y aventureros vivieron conmigo la emoción de los preparativos antes de la salida el día 19 de junio. Una buena preparación física y no tener miedo a lo desconocido es la única condición para realizar nuestro viaje.
Una oportunidad para descubrir los canales de Copenhague
El viaje comienza volando hasta Copenhague con Skadinavian Airlines para saltar al día siguiente con Air Greenland hasta Narsarsuaq, lo que permite a los que no han viajado nunca a Copenhague conocer esta preciosa ciudad durante una tarde y una noche.
Tras un interesante paseo por la ciudad y una cena, en una terraza en los canales rodeados de un ambiente genial, al levantarnos  partimos al aeropuerto con ganas de llegar a nuestro desconocido destino.
Inmensas lenguas de glaciar nos dan la bienvenida a Groenlandia
Desde la ventanilla del avión el paisaje no puede ser más impresionante
Cuando el avión empieza su descenso comprendes que sólo pilotos de esta compañía aérea se atrevan a aterrizar en este aeropuerto, los glaciares te quitan la respiración y el avión toma tierra rodeado por montañas y hielo ¡la aventura ha comenzado y te empiezas a preguntar donde te has metido!
Al llegar al mini aeropuerto empiezas a tomar la dimensión del lugar y comprendes que en invierno es muy difícil llegar en avión a estas latitudes y que les llega lo imprescindible para vivir en un barco. Por eso los precios de todo lo que se vende en la isla son tan elevados.
Un viaje de aventura no puede empezar mejor, el vehículo para adentrarnos en la isla no es un coche, es una fuera borda donde cargamos nuestras mochilas y petates y protegidos con parcas polares resistimos el viento helado de la travesía donde Javier da rienda suelta a todos los caballos de la Zodiac.
Las primeras masas de hielo, del tamaño de grandes barcos, empieza a hacer acto de presencia y pasar cerca de nuestra lancha. La primera impresión es ver que las orillas y las montañas no tienen grandes concentraciones de nieve, al contrario una gran vegetación explica que El vikingo Erik el Rojo llamase a esta isla Greenland, tierra verde.
Nuestra llegada a Qassiarsuq supone un momento de adaptación al medio y un espacio para conocernos mejor. Jose Ángel, Pascal, Timo, Diego, Aritz y yo aprendemos la colocación del traje estanco que nos salvará la vida en caso caer al agua durante nuestra navegación de más 160 kms en kayak entre hielo, icebergs y frentes glaciares, una desagradable muerte por hipotermia si no salimos del agua rápidamente. Nos hacemos a los kayaks de una y dos plazas y vemos su capacidad para llevar nuestros pesados equipos de filmación y fotográficos, preparamos nuestros sacos estancos y guardamos todo lo necesario para estos 16 días de aventura en el fin del mundo.
El día amanece soleado y brillante con cielos mortecinos y sin una nube, cargamos los kayaks sobre un todo terreno y nos lanzamos en dirección al Fiordo Tunulliarfik pasando próximos a la morrena sumergida del fiordo Qooroq, donde se hallan varados decenas de grandes iceberg formando un espectáculo grandioso. 
Nuestra ruta de navegación desconocida comienza en una playa con gran desnivel donde preparamos todos los equipos en una tediosa pero imprescindible jornada de mañana.
Comenzamos a navegar
Pronto descubrimos, desde nuestros frágiles pero estables kayaks, la impresionante dimensión de los iceberg que pasan a escasos centímetros de nosotros como amenazadores barcos fantasmas a la deriva. Alguna vez estas caprichosas formaciones de hielo se dan la vuelta al romperse en varios pedazos y forman un tsunami que puede hundir nuestras embarcaciones y provocarnos males mayores… por ello debemos navegar lo más alejados de ellos y cercanos a la costa cuando es posible.
Como grandes buques fantasmas los iceberg nos recuerdan lo pequeños que somos
La navegación se va complicando y descubrimos el motivo de porque esta ruta no se haya navegado antes, el hielo comienza a cerrarnos el paso y el glaciar que podemos ver a nuestra derecha nos expulsa continuamente enormes iceberg que nos obligan a guardar las cámaras y dedicarnos plenamente a la navegación para salir con buen pie de esta peligrosa pero emocionante aventura.
Minutos antes de ser atrapados por el hielo
Los bloques de hielo nos van impidiendo el paso hasta llegar al momento de poder movernos, la situación que puede llegar a ser desesperada y muy peligros pone a todo el equipo a prueba, es donde se demuestra el espíritu de grupo y la templanza de los nervios. Ante la imposibilidad de seguir avanzando decidimos tomar otra vía de navegación rompiendo grandes bloques de hielo con nuestros remos para hacernos paso entre monumentales iceberg que a veces son gigantescos arcos por los que debemos pasar poniendo en peligro nuestra integridad. El equipo supera la prueba y con fuerza y determinación remamos hacia espacios más seguros, si se nos hace de noche en este lugar debemos subir los kayaks a un iceberg y pasar la noche dentro de ellos por si se parte con nosotros encima ¡ninguno quiere experimentar la sensación de ser tragado por agua helada!

El colapso del hielo impide la navegación

La primera etapa de nuestro viaje ha sido impresionante, la ruta inexplorable por falta de vías de navegación ha preparado al equipo para lo peor. Tiempo después amigos expertos en navegación extrema en tierras polares quedaban impresionados ante nuestra experiencia.
Retrocedemos y tomamos otra vía para alcanzar nuestro objetivo. Ahora la navegación no exenta de sorpresas en forma de focas, águilas que nos pasan rozando la cabeza y grandes icebergs que amenizan la ruta no llevan por espacios más abiertos y sin colapsos de hielo.

Cada momento que tenemos para recuperar fuerzas amarramos nuestros kayaks en playas de piedras, siempre aprovechamos para descubrir nuevos espacios naturales de singular belleza donde el hombre no tiene nunca acto de presencia.

La baja temperatura del agua no impide que la vida esté presente a lo largo de todo nuestro viaje, regalándonos paisajes de singular belleza.

El día ha sido muy duro, con los músculos entumecidos tomamos tierra y realizamos nuestra primera exploración del terreno, montaje de tiendas y terrible desembalaje de nuestras pertenencias y comida. El frío de la noche comienza a llegar y la humedad empieza a hacer estragos en nuestros cuerpos castigados por el esfuerzo físico, hacemos un fuego para cocinar y la tienda comunitaria se llena de relatos de otras aventuras en diferentes lugares del mundo, cada uno de los integrantes del grupo ha vivido mucho y es la hora de compartir aventuras.

Algún miembro del grupo decide probar con la pesca artesanal, no dará mucho resultado sin cebo ni una caña apropiada. Afortunadamente los kayaks portan comida para todos los días.

Conforme van pasando las horas el hielo va llegando a nuestra particular playa recordando que al día siguiente tendremos que sortearlo con el esfuerzo consiguiente. A pesar de todo el espectáculo es digno de contemplar, mágico e irrepetible y ¡todo para nosotros solos!
Uno no se hace a la idea de un día donde no existe la noche.  Conciliar el sueño se hace fácil, a pesar de la luz, por el esfuerzo físico empleado durante el día. 

Al despertar y después de pocas horas de sueño, y atacado sin piedad por unos mosquitos gigantes muy agresivos, vemos los regalos que nos ha mandado el glaciar. Con alegría y fuerzas renovadas decidimos hacer la fotografía del grupo aprovechando el espectáculo de fondo.

Nuevamente cargamos todos los equipos en los kayaks y nos disponemos a navegar por la escarpada costa de la península de Narsaq, repleta de cuevas, cascadas y la mole de Nunasarneq. 
A estas alturas ya empezamos a dominar los secretos del remo y algunos ya no usamos los protectores para el frio en las manos, es más cómodo y la temperatura de 12 grados es agradable para hacer ejercicio enfundados en nuestros opresores trajes estancos.

Las caprichosas formas de hielo que nos acompañan en todo momento estimulan nuestra imaginación y nos hacen volar de vez en cuando en una ensoñación fantástica y nuestras cámaras no paran de retratar algunas espectrales y cambiantes  formas para el recuerdo ¿un jabalí y un caracol? 

En algunas ocasiones el hielo nos da una tregua y podemos navegar sin obstáculos, grandes espacios abiertos que nos brindan la oportunidad de emplearnos a fondo con el remo.

Los paisajes de gran belleza se suceden permanentemente. La contemplación nos lleva a momentos de silencio que el grupo agradece, nos permite realizar una actividad muy valorada en este tipo de viajes de aventura ¡pensar con la mente abierta! 

Los Iceberg nos producen respeto y admiración ¡la naturaleza puede ser brutal en sus manifestaciones!

Tras abandonar la península de Narsaq navegamos por un entramado de islas de poca altura con cascadas y junto a una tierra de tundra muy frondosa que contrasta con el blanco y azul de los iceberg, hasta llegar a la cabaña de Ujaraq, un viejo pescador solitario. Porteamos más de 500 metros por la isla Tugtutoq nuestros kayaks y pensamos la de cosas que nos sobran en la carga, no podemos dejar los kayaks en la playa por la noche y hay que subirlos hasta la montaña ¡el esfuerzo es brutal! y para colmo cientos de salvajes mosquitos nos dan la bienvenida queriendo chupar nuestra sangre y atacando incluso a las cámaras.

Los mosquitos nos atacan nada más tomar tierra
La cabaña del viejo pescador Urajaq
El viejo pescador no está en casa y el equipo toma la cabaña para guardar todo el equipo antes de comenzar una exploración de la zona, nuestro objetivo descubrir fauna, flora y paisajes insólitos como en cada una de nuestros desembarques. Aquí la gente presta sus casas a todo el que llega sin problemas, es otra civilización, otra cultura. Siguiendo el curso de un pequeño río que lleva agua del deshielo de la montaña. Hoy sólo veremos aves, los mamíferos has decidido ocultarse.

Peces desecándose

Nuestro amigo pescador guarda en su cabaña el pescado que será consumido cuando lleguen los tiempos duros del invierno. La hora de dormir llega pronto y después de una fugaz cena decido dormir al aire libre, después de tanto tiempo al aire libre no concibo dormir entre cuatro paredes, me ahogo. A media noche y después de luchar con los malditos mosquitos comienza a llover y decidimos bajar a la cabaña. Al bajar la montaña la lluvia cesa y nos quedamos igualmente a dormir a la intemperie. Al despertar veo que mi compañero me ha abandonado harto del incesante ataque de los mosquitos, he pasado sólo la noche con la naturaleza ¡menos mal que no ha venido a visitarme un oso polar!

 

Al despertar bajo a la cabaña y despierto a todo el equipo, un desayuno informal y de nuevo en marcha a bajar todo el equipo a la playa. Ahora navegaremos cruzando el fiordo Ikerssuaq, el mayor de toda la zona. Alcanzamos el fiordo de Qaleraliq, montando el campamento junto a unos espectaculares frentes glaciares. La navegación nos sigue regalando espectaculares imágenes, que gracias a zonas sin hielo nos permite sacar las cámaras y hacer fotos y rodar a placer.

Planificando la ruta y tomando fuerzas con un aperitivo

En nuestra ruta hay que hacer algunas paradas para retomar fuerza, descansar los brazos y estirar la piernas de vez en cuando. Una improvisada playa de enormes rocas deslizantes puede ser valida para esta función. Aprovechamos la ocasión para estudiar la ruta y la orientación de la brújula y los gps.
Después de toda una jornada de navegación tomamos tierra en una impresionante playa en un paraje muy verde donde los mosquitos nos dan un poco de tregua. Empiezo a estar harto de la comida empaquetada y me encargo de recolectar unos mejillones que he visto en la playa donde nos hemos bañado. Varios días sin podernos lavar, como es debido, hacen imperante un poco de higiene y aunque la temperatura del agua es apta exclusivamente para valientes decidimos dar el paso y bañarnos como nuestra madre nos trajo al mundo ¡muy, muy fría!
En la tienda de cocina preparo unos mejillones de roca al vapor que son puro delicatessen después de varios días sin comer alimentos frescos.
Desde nuestra tienda de campaña las vistas no pueden ser mejor, no las cambio por ningún hotel cinco estrellas gran lujo en ninguna parte del mundo, esto es la naturaleza salvaje en estado puro.

 

Nuestra particular playa balneario repleta de deliciosos mejillones de roca

 

Es hora de dirigirnos a un nuevo destino, frente a tres lenguas glaciares procedentes del Inlandis. Tienen varios kilómetros de ancho y el ruido de los seracs desprendiéndose y la extraña magia del lugar nos acompañarán en las veladas. 

Durante el día, hacemos varias expediciones para descubrir todos los secretos de la zona. En una de esas expediciones alcanzamos el Inlandis, ascendiendo a un Nunatak, o isla de roca rodeada de hielo, que nos acercó al corazón del desierto helado. 
Como profundo contraste y alucinados por la destrucción de rocas y piedras que producen la morrenas conocimos un valle desértico de fina arena que nos acercó a la tundra habitada por numerosos caribúes. De camino hacia una de las más altas cotas de la zona, pudimos tener una visión panorámica del Inlandis. Observamos el gran Tasersuatsiaq y navegamos por las proximidades del frente glaciar ¡una experiencia que nunca olvidaremos!
 
 
La visión de los grandes glaciares te congela el corazón 
 
Las cornamentas de caribúes nos señalan su presencia en esta zona donde vienen a beber

Las expediciones a tierra en esta zona se suceden a diario y llegamos a parajes que bien parecen el fin del mundo como destruidos por la fuerzas de la naturaleza, estoy esperando en cualquier momento la aparición de un dinosaurio, es la localización perfecta para Parque Jurásico V.

 Todo el esfuerzo de la navegación de estos días ha merecido la pena en cada minuto, pero cuando puedes contemplar la belleza de los glaciares las palabras no te salen de la garganta, la naturaleza nos muestra de lo que es capaz y lo pequeños que somos ante sus manifestaciones. No queremos marcharnos de este lugar y me pregunto si podría aquí  para siempre, no he nacido para vivir en una gran ciudad y mi espíritu salvaje se manifiesta en estos espacios que el hombre ha abandonado por la seguridad y la concentración de nuestra especie ¡cuán equivocados estamos!

Una enorme liebre de las nieves
Para terminar nuestro tiempo de navegación remamos para llegar a las ruinas esquimales de Manitsuarsuq
En Narsaq visitamos la ciudad, el mercado esquimal, el puerto de cazadores, una población de aproximadamente 1.700 habitantes y una de las ciudades más importantes de Groenlandia. Al llegar al mercado y ver los formidables bacalaos no pude por menos que comprar un gran espécimen y hacerme fuerte de nuevo en la cocina para prepararlo al horno con un delicioso vino blanco en una casa donde nos hospedamos.  
 
El día final de nuestro viaje  partimos en zodiac hacia Qassiarsuk, población esquimal y lugar donde se estableció Eric el Rojo en el año 985. Visitamos a las ruinas del Brathalid y a una réplica exacta de casa y capilla vikinga. 
Como cena final Cena de despedida probamos en un singular restaurante los diferentes productos típicos groenlandeses, foca, ballena, lengua de caribú… 
 
 
 
 
 
Lengua de Caribú

 
 
No puedo despedir este relato sin recordar a mis compañeros de viaje con los que sufrimos momentos complicados y peligrosos, momentos de emoción y risas, pero sobre todo una inmensa satisfacción y un recuerdo imborrable de la tierra situada en el ¡FIN DEL MUNDO!
 
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