Regreso a esa barra japonesa que tanto me gusta, será por la grandeza de David Arauz como Itamae y de Álvaro Prieto como sumiller, será por el respeto que aquí se tiene al producto, será por su siempre interesante propuesta de vinos, o será sencillamente por encontrarme como en casa, regreso a Zuara

En la cuidada zona de espera, antes de comenzar el espectáculo en la barra, Álvaro ya me propone mi arranque que siempre es con un fino, botella nº 26 de 600 de Jiménez . Spínola.

Álvaro Prieto es uno de nuestros grandes sumilleres españoles, nacido en León pronto comenzó a viajar por diferentes países para adquirir el conocimiento de la gran diversidad de vinos del mundo, en Londres pasó una buena temporada donde tuve el placer de conocerle hace ya unos años.

Ya en barra el equipo de David sirve su Zensay, con berenjena Neriume, sorbete de pepino y ostra – Ankimo y buey de mar-zamburiña.

Después de los cuatro bocados de entrada llegamos a un Scäfer-Fröhlich Felseneck 2013 Riesling Kabinett, nos guia Álvaro con esta delicia de vino donde notas minerales, de fruta de hueso, de pera y manzana, de miel y cítricas descubren un Riesling de una suavidad y delicadeza únicas.

Acompañará el Riesling a un Tarabagani impecable, se trata de un Cangrejo real gratinado...

Álvaro sigue por la misma senda de territorio y uva en el cambio de copa, un Ried Pfaffenberg Steiner Riesling 2017 Selection. Características notas de melocotón, albaricoque, cítricos, minerales, miel y las siempre presentes de salinidad y hidrocarburos de estos vinos.

Vino el anterior citado que acompañará en genial armonía con Unagi Shirayaki, que es una anguila preparada en el Kamado. Muy agradable gusto de la brasa del horno cerámico japonés.

Es el momento en el que aparece en la barra David Arazu para continuar junto a su equipo.

El itamae que ya tiene cautivada a toda la barra nos propone ahora un Osuimono, que no es otra cosa que dashi de Galán, llamado también lorito, raó, papagayo y otra infinidad de nombre que dependerá del puerto en el que nos encontremos ha sido dado por los pescadores locales. En cualquier caso una joya de pescado, de gran suavidad y mejor sabor marisco que se sirve tocando levemente el fuego que es como mejor se cocina.

Ha llegado el momento del sushi, y David arranca con un nigiri Tai, o de dorada. Y comienza ese viaje al que te lleva el cocinero con la tranquilidad, delicadeza y elegancia que le caracteriza.

Seguimos con la fuerza de sabor del apreciado Saba o jurel.

La fascinante textura del calamar en crudo llega con el nigiri Ika.

Hotate o Vieira es el nigiri será el siguiente en este viaje por los mares y océnaos del mundo.

Y apara delicadeza está pieza que es su nigiri Amaebi (Quisquilla).

La humildad y sencillez de un nigiri Iwashi o de sardina no le exime de su grandioso sabor.

Y en la barra de Zuara siempre pasan cosas geniales, hoy un compañero de viaje nos invita a disfrutar de un 2007 Domaine Bernard Moreau et Fils Chassagne-Montrachet 1er Cru Morgeot, poca presentación necesita este gran representante de la Borgona con su agradable mineralidad y acidez.

Con la Borgoña en boca aceleramos al final de nuestra comida con un nigiri de Atún Rojo Balfegó, máxima expresión de este rey de los mares.

Tiempo quedará aún para disfrutar de un nigiri Suzuki (de Lubina).

Y el viaje marino de los impresionantes nigiris de Zuara termina ya con un Temaki Nakaochi (Espinazo de atún picante).

Cierre ideal para una perfecta digestión lo pondrá un Helado de Tonyu con yuzu y tierra de praliné.

Otro momento en Zuara que se pasó volando, la interacción de la barra con David, el equipo de cocina y Álvaro y su equipo de sala es tan agradable que hace sentir la experiencia como un encuentro de amigos acompañados por la exquisitez máxima en cada bocado y trago.

Restaurante Zuara