Denkmal Berlin (Monumento Berlin) 1.986
Comienza aquí un post que recorre algunas de las ciudades más bellas de Europa y que hoy tienen mucho que aportar por su modernidad, arte, gastronomía y evolución como grandes urbes.
Para algunos de los que pasamos todo el año subidos en aviones viajando de un lado al otro del mundo nos encanta olvidarnos de vez en cuando de ese medio de transporte y sobre todo de sus retrasos y de las vejatorias medidas de seguridad de los aeropuertos. Por eso he querido realizar este viaje recorriendo gran parte de Europa en trenes, una forma de viajar cómoda, segura y con una absoluta puntualidad.

Para llegar a Berlin y dado el tiempo que tengo para realizar este viaje he tomado un avión que me lleva a la gran ciudad de la modernidad europea. Mi primera parada es en el hotel seleccionado, el Crowne Plaza Berlin City Centre, correcto, funcional pero sobre todo en una situación privilegiada cerca de todo en la calle Nuemberger Strasse, 65. Desayuno buffet correcto con un sólo fallo, no hay zumo de naranja natural. Si decides ir en verano y aprieta el calor tiene una pequeña piscina.

A dos pasos del hotel lo primero que llama la atención es la impresionante y fantasmal Iglesia Conmemorativa de 1.895 que originariamente tenía 5 torres y ocupaba toda la plaza, en la Segunda Guerra Mundial quedo totalmente destruida, como se puede ver hoy, y se decidió no reconstruirla  para quedar como monumento contra las guerras.

Desde la iglesia pongo rumbo al restaurante que he seleccionado para comer, en la plaza Savignyplatz. De camino encontramos originales fuentes, interesantes ejemplo de arquitectura contemporánea y edificios clásicos. Berlín tiene ese aire cosmopolita donde todo el mundo y deja vivir, cada vez que regreso a esta ciudad me gusta más.

Situado frente a los soportales del metro exterior, al lado de Savignyplatz hay infinidad de restaurantes con terrazas, me han recomendado una pizzeria llamada Los 12 apostoles, un lugar bonito y agradable de gastronomía correcta, no muy fina pero buena. No se puede pagar con tarjeta de crédito.
Un Vitelo Tonato y una Pizza 12 apostoles ha sido mi elección.

De regreso a nuestro siguiente objetivo recorremos alguna calles donde hay interesantes y modernas tiendas de firmas de primera línea.

No soy amante de ver animales salvajes encerrados en rejas, por ello no voy a visitar el famoso zoo de la ciudad pero reconozco que su entrada es espectacular y digna de ser fotografiada.

Berlín, como muchas ciudades de Alemania, tienen una gran cantidad de zonas verdes y de agua. Canales navegables y puentes nos acompañan desde la calles del zoo hasta nuestro próximo lugar de visita.

En Berlín la presencia del oso es absoluta y a veces realmente divertida, colocados en jardines privados y particulares son autenticas esculturas muy creativas. Museos como la Neue National Galerie nos llaman a su interior, a su lado una de las muchas iglesias reconstruidas después de la guerra.

Si hay algo que me gusta de Berlín son la continuas sorpresas que encuentras al pasear por sus calles, siempre hay algo nuevo, hoy al llegar al Sony Center nos encontramos una exposición de figuras gigantes de Lego y de coches deportivos alimentados por electricidad.

El Sony Center es uno de los conjuntos arquitectónicos más famoso de la ciudad, punto de encuentro de los berlineses, repleto de terrazas, bares y restaurantes es un lugar muy animado.

Al llegar la tarde las terrazas se llenan totalmente, siempre es posible encontrar exposiciones y presentaciones de productos en su interior. Es un ambiente un tanto artificial pero ya se sabe que a la gente le gusta ir a lugares concurridos.
El Sony Centre se encuentra al lado de la Postdamer Platz, en esta zona se pueden ver varios edificios interesantes obra de importantes arquitectos como el Daymler City, el Beisheim Center y el Helmut Jahn.

Y al pasar por Potsdamer Platz nuevamente otra sorpresa, un concierto de raperos abarrota la plaza. Es genial esta ciudad no puedes aburrirte nunca. Y entre el barullo de jóvenes y menos jóvenes cazadores de almas católicas aprovechan la concentración para intentar hacer adictos a la causa ¡Berlín es sencillamente única!

Esta plaza tiene en sus aceras muchas historias interesantes, por ejemplo aquí se instalo el primer semáforo de Alemania en 1.924. El muro la partió por la mitad, algunas piezas se han conservado para el disfrute de turistas y como memoria histórica.
Después nos encontramos con Schloossbrucke, comienzo de la avenida Under den Linden, un interesante recorrido por edificios cargados de historia que nos llevará hasta la Isla de los Museos.

Para terminar este día he seleccionado un bonito lugar para cenar, el restaurante Hamlet  . Un servicio de 10, atentos, simpáticos, hablan en inglés y se preocupan por el cliente. Yo he decidido cenar en la terraza (muy agradable). Mi primera elección es «Plato de Salchichas ahumadas» con forma de pincho moruno acompañado de ensaladas con diferentes lechugas y tres salsas ¡muy bueno!
El segundo plato, «Cuscus con vegetales y salsa de tomate picante ¡sensacional!
Para el postre he decidido otro lugar del mundo, Tiramisú y tarta de manzana (caliente y manzana «al dente»).
Un restaurante que fusiona cocinas del mundo, nuevamente ese aspecto cosmopolita de la ciudad se refleja también en la gastronomía que en este caso es excepcional ¡muy recomendable!

La Puerta de Brandenburgo es uno de los monumentos más visitados de Berlín, se ha convertido por desgracia en un lugar excesivamente turistico para mi gusto, alquiler de todo tipo de bicicletas, personajes disfrazados para hacerse fotos junto a ellos y otros reclamos para sacar el dinero a los turistas. Muy pocos la ven sin saber que la ciudad estuvo durante siglos protegida por una muralla con 13 puertas de acceso, hoy sólo queda esta construida entre 1.789 y 1.791. Después de la construcción del muro en 1.961quedó en tierra de nadie durante 28 años.

La cicatriz del muro ha sido conservada en el suelo con placas comemorativas para que pase a la posteridad esta oscura parte de la historia de Alemania. Berlín quiere conservar su historia más negra siempre visible para que no se repita. Yo tuve la oportunidad de viajar a Berlín días después de la destrucción del muro y recuerdo que ha sido uno de los momentos más emotivos de mi vida, en aquel momento una gran corriente de cambio y unificación recorría la ciudad. Hoy Berlín ha conseguido ser un referente de ciudad donde las relaciones humanas, la tranquilidad y la paz residen en cada esquina de la ciudad.
Para saber más sobre el muro es recomendable visitar el Checkpoint Charlie y el Museo del muro, sus 144 km. de historia son la vergüenza de occidente y tienen muchas historias a lo largo de sus 28 años de existencia.

Muy cerca podemos ver los nefastos recuerdos de la triste historia, cruces, recortes de prensa y carteles cuentan historias de personas muertas es aquellos años de división. Nuevamente el siempre recuerdo de la memoria histórica.

El Reichstag es una de las estrellas de Berlín, edificio que alberga la sede del parlamento Alemán. Desde este impresionante  edificio y hasta el centro de la zona este podemos visitar el parque de Tiergarten ¡realmente bonito!

El Reichstag fue rehabilitado por el muy famoso arquitecto Sir Norman Foster que incorporó la gran cúpula de cristal desde la que es posible observar toda la ciudad.

Si quieres verlo hazlo a primera o última hora para evitar las interminables colas que se forman y que puedes ver en la foto. El lunes está cerrado a visitas.
El parque y todos sus alrededores es también un gran espacio donde se suceden las manifestaciones culturales.

La siguiente parada relevante es la Catedral de Berlín (Berliner Dom). Rodeada de agua y barroca de influencia renacentista permite visitas de su cúpula diariamente.
Es un buen punto para tomar algo ligero de almuerzo antes de seguir nuestro recorrido de la ciudad, hay muchas terrazas y restaurantes para tomar una ensalada o comida de todo tipo, si es verano sentarse en una terraza al lado del canal es muy agradable, un espectáculo continuo de personajes disfrazados, músicos y artistas varios.

Las esculturas y elementos gráficos nos acompañan en todo nuestro deambular por la ciudad, la figura del muñeco de los semáforos también es en Berlín un motivo de orgullo.

La Torre de televisión de Berlín con 368 metros de altura es uno de los edificios más altos de Europa y la torre de televisión más alta de la Unión Europea.

Desde su punto máximo de altura podemos ver claramente Alexander platz y todo Berlín. Es posible comer o merendar sus famosas tartas en el restaurante giratorio que hay en su interior, no marea y es una experiencia curiosa.

Alexanderplatz es nuestra última visita, lugar de encuentro de los berlineses y donde además de su colorida fuente encontraremos el famoso reloj mundial, un enorme reloj que en continua rotación muestra la hora en todo el mundo. La foto más buscada por los turistas de todo el mundo. por supuesto, es hacerla con tu país o ciudad. Esta divertida plaza también tiene exposiciones al aire libre.

Después de las obligadas compras en la zona de mi hotel decido hacer una cena atípica, y es que no me puedo marchar de Berlín sin probar sus enormes y deliciosas tartas. Decido para acabar como mi figura el café Grenander  (junto a los almacenes KaDeWe) con un enorme batido, una tarta de fresas impresionante y un clásico banana split ¡una deliciosa forma de decir adiós a Berlín!

Viajar en tren desde Berlín es una experiencia en todos los sentidos, nuestro tres sale desde la espectacular Estación de Hauptbahnhof, moderna, cómoda, limpia y con todos los servicios que puedes esperar es la mayor estación ferroviaria de paso de la Unión Europea. Diseñada por el arquitecto Meinhard Von Gerkan tiene una superficie total de 70.000 m2 y una bóveda de 20.000 m2. Cumple los más altos estándares ecológicos, sus paneles solares producen el 50% de su consumo energético.
A las 12:35 h. mi Tren 177 EC VOITURE 262 tiene la salida, voy a ocupar la plaza 73 comienza por fin mi ansiado viaje en tren por la vieja e histórica Europa.

Un lluvioso día parece no querer que filme y fotografíe mi viaje a placer, una cortina permanente de agua cubre los cristales de mi vagón. Mi viaje a pesar de todo es muy placentero, el vagón con una sola pareja con dos pequeños que se apean unas paradas más adelante. Muy cómodo y cuidado, no esperaba menos de Alemania.
Las estaciones de ciudades secundarias y poblaciones rurales se suceden por la ventanilla, paisajes verdes y con grandes ríos y lagos nos iluminan la vista, pequeños pueblos agrícolas y ganaderos muestran su modesta pero muy bella estampa. Los amantes de los trenes saben de qué les hablo al decir que el viaje ha merecido la pena, locomotoras antiguas y modernas, vagones abandonados y esa sensación de vivir el viaje pudiendo observar los lugares por los que pasas, su vida y su historia ¡es viajar en tren!
He planificado todos mis viajes en tren para coincidir la comida en el trayecto, me encanta comer en los restaurantes vagón, decadente pero genial. La comida nunca puede ser muy buena pero siempre descubres cosas nuevas y los camareros de avanzada edad revestidos de la educación y servicio del pasado (alguno queda) me parecen algo digno de recordar. Mi elección, un modesto sandwich al gusto alemán y un delicioso strudel de manzana acompañado de una buena cerveza alemana. Me ha gustado.

La llegada a Praga no ha sido tan espectacular, la estación Nadrazi Holesovice es una estación secundaria sin ningún glamour.
Praga era una mis eternas ciudades pendientes de visitar, de las cuatro visitadas Praga es la única que no  conocía. El motivo, supongo que saber la gran masa de turistas que llena sus calles. Es en efecto una de las ciudades más bellas de Europa y a nivel arquitectónico, cultural y artístico impecable. Ese sabor de los países del este se respira nada más bajarse del tren, es difícil de explicar pero es latente.
Nuestro hotel nuevamente situado es un lugar estratégico y tranquilo, el Hotel Metropol moderno pero muy funcional y a la hora del desayuno al ser muy pequeña la sala es normal tener que esperar, espera que no merece la pena, el segundo día ya estaba desayunando en un estupendo café a dos metros del hotel.

Nuestra llegada a la ciudad a las 17:18 h. no me da mucho margen de acción después de acomodarnos en el hotel. Damos un paseo por la zona y comienzo mi recorrido por las viejas calles de Praga que tanta historia han visto pasar sobre ellas, mi primera imagen es una escultura que me encanta, «Il Commendatore» se trata de una obra de la artista Anna Chromy y está en la puerta del Teatro de los Estados. En memoria de W.A. Mozart y a su obra «Don Giovani» estrenada en este teatro el 29-10-1787. 
Me han recomendado un restaurante en la zona que parece ser interesante «El Patio»  con una preciosa decoración exótica me intriga el nombre español y pronto vemos que la camarera habla español. La música también muy agradable y la comida deliciosa, de corte internacional y con clara presencia de platos españoles y mediterráneos. Me decanto por un risotto ¡excepcional!

Lugar de culto e imprescindible para todo turista y viajero es conocer Stare Mesto o ciudad vieja.  Su impresionante Reloj Astronómico es la estrella de la plaza donde se agolpan visitantes en espera de ver danzar a los personajes que habitan en su interior.
Cuenta una leyenda que el constructor del mecanismo del reloj astrológico en 1.490, el maestro relojero Jan Ruce, fue cegado por los ediles para que nunca pudiese construir otro semejante. Su ayudante, Jakub Cech, ante tal barbaridad metió el brazo en  el mecanismo para impedir que funcionase y de esa forma lo inutilizó quedando manco.

La muy sorprendente plaza de la ciudad vieja tiene hoy un nuevo objetivo para los turistas y curiosos, se trata de un enorme y colorista carromato con forma de templo budista cargado de flores donde los Hare Krishna elevan sus cánticos ante la expectante mirada de los presentes.

Dentro de Stare Mesto se encuentra en su parte norte el barrio judío donde cementerio y museo judío son muy visitados, siguiendo este barrio llegaremos al siempre presente río Moldava, al otro lado si cruzamos nos encontraremos con Mala Strana (Barrio menor) barroco y repleto de calles serpenteantes con interesantes edificios y enormes palacios.

El Puente de Carlos IV es posiblemente el museo más importante y visitado, si en Stare Mesto hay gente hay que prepararse para la masa humana que lo tiene tomado durante todo el día. Construido en el S.XIV en estilo gótico tardío está decorado con 30 esculturas que conmemoran la vida de los santos y personajes destacados en la historia checa. A ambos lados del puente encontramos las torres de la pólvora y la del puente.

Cruzar el puente ha sido una odisea pero mi objetivo está justamente al final, voy a comer en uno de los restaurantes más famosos de Praga, me han hablado muchas veces de este lugar y siento una gran emoción por conocerloKampa Park no es sólo un magnífico restaurante, es un lugar privilegiado para ver el Puente de Carlos IV fuera del bullicio turístico. Para comer o cenar la estampa es muy bella, la tranquilidad reina en este lugar, con una cocina internacional donde pescados, carnes y caza son las estrellas, hay especialidades para todos los gustos. Frecuentados por dignatarios y famosos evidentemente no es barato pero merece la pena darse el gusto.

En primer lugar no tarda en llegar mi carpaccio de carne con perfecta presentación e intenso sabor donde la pimienta fresca adorna los sabores de la carne cruda elevando su expresión que es acompañada a la perfección con las laminas de parmesano.

De segundo quiero probar el pulpo al grill, he probado este plato en Grecia y no en todos sitios me gustó pero aquí lo bordan, en su punto de temperatura y cocción.

Para terminar este agradable almuerzo no puede faltar en mi mesa el punto dulce, me llama la atención el capuccino de fresa ¡impresionnate!
Cuando me acuerde de Praga y de lo sofocante que puede ser la presencia de tanto turista me acordaré de este lugra para tener otro motivo más para regresar a Praga. Una atención muy cuidada y detallista, una vistas espectaculares y una gastronomía de primera ¡muy recomendable!

No muy lejos del restaurante y en nuestro callejear en dirección al Castillo encontramos muchas tiendas con encanto como una de marionetas, tan del gusto de Praga, donde dan vida a estos pequeños personajes de madera que parecen estar vivos.

Al llegar al Castillo una de las recompensas es la vista de la ciudad a esta altura. Andando es una buena caminata para bajar la comida, nada recomendable para niños pequeños, ancianos y practicantes del sillón-ball.

Dentro del capítulo de cosas curiosas, están estos muros que puedes encontrar en mitad de la calle, es una forma original de conseguir dinero, una ong humanitaria permite que escribas lo que quieras en un ladrillo que se queda en dicho muro o puedes llevar a casa, como los turistas hacen todo lo que ven hacer es sin duda un buen negocio.

Monumentos, iglesias, plazas, calles y museos son dignos de ver y visitar en Praga aunque algunos como el del comunismo son realmente curiosos, su cartel también.

Para despedirme de Paraga esta noche voy a ver uno de sus famosos teatros negros. Consiste en la muy antigua tradición china de la caja o gabinete negro donde todos personajes vestidos de negro dan vida a elementos diversos creando un efecto mágico y muy divertido. También muy sorprendente para nosotros acostumbrados a los cómodos teatros tradicionales es el tener que sentarse en unas sillas de madera que al poco rato son incomodas, su desorden de colocación y lo básico de su decoración hacen de este espectáculo algo realmente diferente. Yo he seleccionado una obra llamada El Submarino amarillo, donde la música de los Beatles y una temática romántica hacen de la obra un edicto hippy.

No me quiero marchar sin cenar en un restaurante de típica cocina checa, para ello voy a U Pinkasú. Mi elección es una Carpa frita con patatas acompañada de una cerveza Pilsner Urquell, de postre manzana rebozada y frita con cerveza y caramelo. Es un lugar creado en 1.843 de atención correcta y buen ambiente, la mayoría turistas, cocina casera y muy tradicional sin mucha elaboración pero con sabores auténticos de la tierra. La decoración parca pero cálida al estilo de las cervecerías antiguas checas. Su carta en forma de periódico y colocada en los antiguos soportes de diarios utilizados en los cafés del siglo pasado dan una nota de originalidad al lugar. Antes de pagar comprueba la factura, en mi caso me quisieron cobrar pan que no había comido.

A las 13:30 h. partimos de Praga desde la misma estación a la que llegamos hace dos días. Nuestro recorrido en esta ocasión es de cuatro hora y media, llegaremos a las 18:02 a Viena. Nuestro tren es el 173 EC, voiture 262 y asiento 53. Lejos a quedado el glamour de la estación de Berlín, Nadrazi Holesovice a pesar de ser la segunda estación de tren más importante de Praga y de ser el punto de salida de todos los trenes que van a Berlín, Viena y Budapest es bastante cutre, sucia y sin servicios para el viajero. Lo bueno de este lugar es su autenticidad y ambiente del pasado, parece que en cualquier momento va a salir a pedirte los papeles un escuadrón de soldados del ejercito soviético ¡muy apropiado para la localización de una película de los tiempos de la guerra fría.


El tren en consonancia con la estación no puede ser más cutre, me recuerda a mis tiempos de niño cuando viajaba en los nocturnos que tardaban 12 horas en llegar a destino con asientos dispuestos en reservados de 6 personas. Tapizados horrorosos en los asientos, un olor a falta de limpieza considerable y el inconveniente de tener que viajar con una pareja de checos que no hablan inglés y que son impresentables, quitándose los zapatos y atufando todo el reservado, comiendo como cerdos, entre otras delicias. Recomendación, si puedes viajar en grupo de 6 problema solucionado en caso contrario te toca compartir.



La llegada a Viena tiene lugar a la estación Suedbahnhof y parece que en efecto hay dos Europas, todo en esta ciudad me gusta, cada vez que vengo está más evolucionada y ha perdido esa decadencia que antaño se respiraba al visitar sus calles, ahora la nueva Viena es moderna dinámica, divertida y muy elegante, ha sabido mantener sus monumentos y los cuida con mimo y cariño. Otro aspecto muy importante es la seguridad de esta ciudad, puedes pasear por la noches que te va a  ser difícil o imposible encontrar borrachos o personajes peligrosos ¡un 10 para Viena!


El hotel que he seleccionado es el muy recomendable Marriott Vienna, los viajeros experimentados ya saben que es difícil equivocarse con esta cadena, en este caso el hotel está formidablemente situado para poder visitar gran parte de la ciudad a pie y sus enormes camas te garantizan un sueño perfecto. Su espléndido desayuno, su piscina y demás servicios lo convierten en una opción de lujo.

A dos pasos del hotel nos encontramos en pleno centro de la ciudad donde la estrella es Stephansdom o Catedral de San Esteban. Corazón de la ciudad que guarda las tumbas de los Habsburgo, un importante conjunto de obras de arte datadas en diferentes siglos y unos vitrales y coro incomparables. Su gran torre gótica de aguja «La Steffl» de 137 m. es el símbolo de la ciudad.
A la espalda de esta bella catedral encontramos la Mozartwohnung o casa-museo de Mozart donde las notas del genial compositor fueron escuchadas en su patio interior durante los años 1.784 a 1.787.

La noche da por terminado mi primer paseo por Viena y decido cenar en un precioso restaurante con gran terraza e inmenso Buda que nos da la bienvenida en su cálido y oscuro interior decorado en tonos rojos y negros Little Buddha 

Su cocina oriental está bien, cuidada y con una carta interesante donde se mezclan platos de Japón, Vietnam, China… frecuentado por gente guapa, ejecutivos y algún turista.
No doy por terminada la noche y decido continuar mi paseo en busca de una heladería donde tomar mi postre, ya se sabe que los postres de los restaurantes orientales salvo honrosas excepciones no son muy allá. La elección es la reconocida Zanoni & Zanoni  donde pruebo una deliciosa copa de helado de avellana ¡memorable!

La Glorieta
Jardines de Schönbrunn
Casa de las Palmeras

Para conocer una parte muy importante de la historia de este bello país es imprescindible visitar las residencias de los todo poderosos Hasburgo, aunque de todos es sabido que mucha gente visita estos  palacios para saber más sobre la morbosa historia de la pareja imperial Francisco José e Isabel (Sisi).
Si nos decantamos por la residencia o Palacio de verano, Schönbrunn hay mucho que ver comenzando por el Palacio y siguiendo por el Jardín del Príncipe Heredero, La Glorieta, El Laberinto, El Apfelstrudel-show, El Jardín zoológico, La Casa Desierto, La Csa de las Palmeras y el Museo de Carrozas. Por supuesto la presencia de turistas es inmensa pero son extensiones tan inmensas que puedes disfrutar de todo sin agobios, hay diferentes tours de pago o puedes visitarlo por libre. 

MAK
Interior del Museo-Restaurante
Modernidad y diseño en un ejemplo de postre

Tanto arte, historia y paseos por enormes y preciosos jardines han abierto mi apetito y no puedo negarme a descubrir a uno de los talentos de la cocina austriaca, Österreicher y para ello debemos dirigirnos al Museo de Artes Aplicadas (MAK) que en su interior guarda esta joya de restaurante Österrreicher im Mak donde se fusionan la cocina tradicional vienesa y la más moderna cocina internacional en un entorno atractivo, moderno y muy sosegado ¡con una terraza de lujo!  
Desenfadado pero elegante, con un ambiente muy agradable de ejecutivos y gente guapa en general es un lugar frecuentado por una clientela amante de las últimas modas. Entre sus especialidades los piroghi o pasta rellena de queso o patata me han gustado mucho. Un buen servicio y realmente un espacio muy especial de día o de noche.

Otra agradable visita al parque Stadtpark nos muestra el enorme amor que Viena tiene hacia los compositores a lo largo de su historia, no en vano es la capital de la música donde conciertos y espectaculares óperas se representan cada día para disfrute de melómanos de todo el mundo.

Pero no sólo en esculturas y en parques están presentes los músicos, Viena posee su propio «Paseo de la Fama» por supuesto dedicado a grandes artistas de la música como Bach, Chopin, Liszt, Shumann… Pero lo que más sorprende a los españoles es ver la estrella situada en el número 18 de la calle Kärtnerstrasse dedicada al gran maestro Placido Domingo muy querido por los habitantes de esta ciudad y que emocionado el día de su presentación (20-7-2008) bromeó diciendo que ahora podía pisar su propio nombre. Lo que pocos saben también es que el maestro también pisa su nombre en el primer paseo de la fama, en Hollywood, y es que Placido sólo hay uno ¡mucha salud maestro!

Otro lugar imprescindible de Viena es su Museums Quartier (MQ) o Barrio de los Museos y da igual que no visites los muchos museos que puedes encontrar juntos, pasear por este lugar transmite paz y tranquilidad y si tienes suerte puede que te tumbes en sus famosas estructuras con forma de bancos-cama. Puedes visitar si te apetece el Museo de Arte Moderno Fundatión LudWig Wien, el Centro de Arquitectura de Viena, La Escuela de Equitación de invierno y el Museo Infantil Zoom en un conjunto de espacios  de 60.000 m2 que antaño fueron las caballerizas imperiales y que hoy comparten arte, restaurantes, cafés y tiendas en perfecta simbiosis. 

Dentro de este singular y artístico lugar de encuentro hay un espacio que me fascina, es el Tonspur_passage creado por el arquitecto Georg Werchwerth que puedes ver discretamente en la foto superior, para ver su dimensión y belleza real tendrás que visitar Viena.


Para despedir mi estancia en Viena quiero cenar en otro restaurante muy especial que encontraremos en el interior de un hotel con su mismo nombre, se trata del Do & Co Stephasplatz frente a la Catedral de San Esteban, muy moderno y con una impresionante terraza en las alturas desde la que se puede cenar plácidamente disfrutando de las mejores vistas de la Catedral. Su gastronomía impecable como su famoso servicio de catering que alimenta los eventos más importantes del mundo como Copa América en Valencia y donde tuve el placer de trabajar con ellos.

Desde la misma estación a la que llegamos partimos en dirección a Budapest en el tren 961 EC-voiture 413 y asiento 53. Como ya es costumbre en mis anteriores trayectos salgo a las 11:50 h. y tengo mi llegada a las 14:49 h. lo que me permite comer en el tren. Una mediocre pasta de cafetería de segunda es el resultado que no merece más comentarios.
Mi primera foto es la escultura de Marton Laszlo (1.984) que se ha convertido en un emblema de la ciudad, sentada al lado de la vía del tranvía «Kiskiralylany» o Princesita es una preciosa bienvenida, a algunos les gusta tanto que piden al artista hacer una exposición en su ciudad, es el caso que ocurrió con Carlos de Inglaterra al ver la genial escultura.

Budapest es una ciudad monumental, tiene mucho que ver y todo realmente interesante. Aunque reconozco que su fisonomía ha cambiado mucho con la entrada del capitalismo y el turismo desaforado sigue siendo una ciudad que hay que ver. En este viaje después de años sin regresar me ha sorprendido la aparición de tiendas por todas partes, centros comerciales… yo tuve la oportunidad de conocer esta ciudad sin escaparates, algo increíble pero cierto, cuando todos los edificios mostraban su espectacular poderío de los buenos tiempos del imperio austrohúngaro y la ciudad parecía un tratado de arquitectura ¡tengo fotos que lo demuestran!

Cada rincón de esta ciudad es una postal, su división con el caudaloso río Danubio la da un aire muy personal acrecentado por sus esculturales 9 puentes. El Puente de las cadenas (Széchenyi o Lanchid) es el más conocido y llamado así por sus cables principales con forma de cadenas. Dinamitado por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial fue posteriormente reconstruido. Une Buda y Pest, en la foto se puede ver la parte de Pest, al final del puente el actual y lujoso hotel Four Seasons, el edificio fue una antigua aseguradora que guarda los rostros de sus fundadores en llamativos medallones dorados. Al otro lado Buda y el funicular que nos lleva al Castillo.

El segundo puente en espectacularidad y el tercero construido en la ciudad es el llamado Szabadság Hid o Puente de la Libertad, de gran belleza es destacable por su color verde y los pájaros que lo coronan (Turules). Tristemente conocido, por la cantidad de suicidas que periódicamente se tiran al Danubio desde su recia estructura, une a un lado el famoso hotel balneario Gellert y al otro su precioso mercado que debes visitar íntegramente, conserva fotos del pasado geniales ¡no olvides visitar la planta inferior dedicada al pescado!